21 de junio de 2007

Aventuras en el mundo de la evaluación (I)

Una buena noticia para empezar: poco a poco, los profesores de este país vamos entendiendo que el éxito de nuestro trabajo se basa en la satisfacción de los estudiantes. No con la nota, que parece lo único que justifica la docencia, sino con los métodos, las clases, los materiales, los contenidos. Una mala noticia, para contrastar: hemos dejado ese trabajo en manos de burócratas que tratan el mundo educativo igual que si fuera una fábrica de churros o una envasadora de peras. Eso lo soltó, como colofón a una conferencia en petit comitee, la coordinadora de evaluación de la ACAP, la agencia de evaluación de la comunidad de Madrid.

Se supone que el mundo universitario es un mundo de conocimiento especializado, por eso sólo otros especialistas pueden meter mano al trabajo de un académico. Pues bien, una de las propuestas estrella de la ACAP era contar con evaluadores externos a la universidad para juzgar los méritos de los profesores e investigadores. ¿A alguno de vosotros os ha llamado HP o Arthur Andersen para tener una opinión desde fuera en sus comités de selección? La excusa es que hay que eliminar la endogamia en este tipo de cosas, así que los comités de avaluación no son específicos de cada área, sino generales. A un etnomusicólogo como yo lo pueden juzgar un físico, un antropólogo, un constitucionalista y un ingeniero industrial. ¡Seguro que son capaces de evaluar si mi uso de las citas de Merrian es correcto, tanto como yo de opinar sobre la teoría de las supercuerdas y sus razonamientos matemáticos!

En breve, más aventuras en el mundo de la evaluación educativa…

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