17 de octubre de 2008

It's the end of the world as we know it...

... and I feel fine, dice la canción de REM. Oscilo cada día entre la depresión y el alivio, la rabia y la risa. Que los bancos de inversión desaparezcan, que los liberales de nuevo cuño se den cuenta (a la fuerza ahorcan) de que es necesaria la supervisión de la sociedad sobre el mercado, que quede patente la corrupción, la inmundicia y la incompetencia de las élites financieras, es casi un placer.

Victoria pírrica. El Estado inyecta liquidez, pero la crisis que cada mañana me recuerda la radio al despertarme no parece que se me vaya a solucionar. ¿Cuando inyectará el Estado liquidez en unas hipotecas que no han parado de subir? ¿O en unos sueldos que no han parado de bajar? (que sí, Fidalgo y Méndez, que no os enteráis) Tal y como van las cosas, los que no tenemos ahorros, ni inversiones monetarias, los que no tenemos (a medias con el banco) más que la casa en la que vivimos y el trabajo que hacemos deberíamos echarnos unas risas.

Tal y como hace George Parr en su programa de televisión. A veces, la realidad más dramática es increíblemente tontorrona en sus motivaciones.





No hay comentarios: