8 de julio de 2008

Rock in Rio. El rock en la era del capitalismo global

Tercera jornada de Rock in Río en Arganda del Rey. Me empujan allí las ganas de mi mujer (y de mi sobrino de 14 años!!!) de ver a Police y una curiosidad más que morbosa por ver el panorama. Esto no es un concierto de rock, le decimos a Alex, que se estrena en este tipo de saraos. No, esto es otra cosa. Es un espectáculo de capitalismo, del consumo. Se ven familias con niños o con adolescentes que van a ver a Estopa o Alejandro Sanz. Mucho cuarentón y cincuentón para ver lo que se perdió en su momento, probablemente porque no le interesaba tanto el rock como para ir a ver a un trío anglosajón en los ochenta. Ahora han aflojado la pasta para degustar un pedazo de nostalgia.

Más que un concierto de rock, esto es una feria. Eso si, de marca. En cada stand te regalan mil chorraditas: bolsas, globos, chicles, aplaudidores, lucecitas… La gente circula con montañas de pizzas y hamburguesas, nada de bocadillos caseros. Colas interminables para comprar bebida. Y mil cosas que hacer: una tirolina gigante que cruza delante del escenario, snowboard, compras variadas, zona para dejar a los niños… Miles de personas gastando, gastando, gastando… Y cientos en la cola de la experiencia: hay que hacer de todo, hacerse mil fotos, probarlo todo, porque esto es un momento único. Y no se puede descargar desde el ordenador.


Eso si, todo funciona como un reloj. No hay apenas atasco para entrara (lo habrá al salir, pero razonable). Los baños funcionan y las colas no son eternas. Los precios de la bebida no son despendolados. Y, sobre todo, se ve estupendamente el escenario, se está cómodo en la zona de conciertos (llena pero no apretada) y se escucha muy bien te pongas donde te pongas. No, esto no es un concierto de rock al uso. Esos suenan peor muchas, demasiadas veces.

Estopa hace un show potente, aunque lo de tocar cuando el sol aún no se ha puesto no es lo suyo. Siguen siendo un par de tipos llanotes que parecen pasarlo bien, sin pretensiones. Los más jóvenes están en el bote. Después sale Alejandro Sanz, cerrando su gira. Da la sensación de que querría haberse ido a casa mucho tiempo atrás. Sobreactúa, grita muchísimo, a veces se le va la nota. No se sabe a qué juega: ¿es música ligera, es flamenquito, es rollito latino o es otra cosa? Se entretiene un montón en un tema de aire progresivo presentando a los músicos. No logra contactar con el público, a pesar de jugar la baza del populismo (¿quién ha ganado la Eurocopa, eh?).

Muchos, sobre todo familias e inmigrantes, venían a ver a Alejandro y se van a la feria. Pero muchos más se van agolpando ante el escenario. Police salen como una bala: Message in a bottle un poco acelerada. Sting se estira un poco en español, pero van al grano, tocando todos los clásicos de su repertorio. A pesar de que casi no se miran en el escenario, y de la pinta pasada de vueltas de sus compañeros de trío, todo suena de miedo. Las canciones han sido retocadas en sus arreglos, pero siguen siendo coreadas por el público (yo lo oigo mucho más que a Sting demasiadas veces). El bajista se come el escenario, con su aire cool, todo está bajo su control. Tanto que abandonan el escenario sin tocar So lonely y Every breath you take. El bis se hace esperar, pero salen y tocan esos dos temas y uno más entre medias. Pero cerrar con su tema más melódico es un anticlimax. Salen de nuevo como una moto y hacen un último tema más enérgico. Fin del ritual, la multitud con el cuerpo estremecido.

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