21 de noviembre de 2008

Barrer para casa


Por una vez en mi vida, no sé si me arrepentiré, estoy de acuerdo con una idea de Esperanza Aguirre. Bueno, de sus cachorros de Nuevas Generaciones, que poseen el ímpetu guerrero de los que empiezan y por ello son tan adecuados para lanzar los globos sonda.

En estos días, Nuevas Generaciones de Madrid celebrará un congreso en el que, entre otras ideas de corte ultraliberal (si, esas que nos han solucionado todos los problemas en fechas recientes) explican que “los liberados sindicales son una casta privilegiada y partidista, no hacen nada por los trabajadores. La actividad sindical debería ser libre y autofinanciada, no pagada por los impuestos. Todos les pagamos su salario por no trabajar nada”

Como trabajador afiliado a un sindicato, estoy totalmente de acuerdo. Los sindicatos están comprados por los gobiernos de turno, y los liberados terminan profesionalizandose y no vuelven a aparecer por su puesto de trabajo. Cuando he recurrido al sindicato, en vez de mamporreros dispuestos a defenderme me he encontrado con paños calientes, componendas y mucha burocracia. Sigo en precario como siempre.

Claro que yo iría más lejos y haría una moción para suprimir no sólo a los liberados sindicales, sino a todas las castas privilegiadas y partidistas que no hacen nada y pagada por los trabajadores. Empezaría, por ejemplo, por los propios políticos. Todos sabemos del absentismo persistente de los diputados y senadores, de todas las tendencias, en pleno y reuniones. Todos sabemos que los políticos no tienen profesión reconocida: son políticos a tiempo completo. Y cuando tienen profesión, es peor, porque ya sabemos qué objetivos elevados tiene el tiempo dedicado a legislar cuando esas leyes repercuten en el propio negocio de abogado o de asesor contable.

Así que seamos radicales y acabemos con todas las castas financiadas por los trabajadores. Quien quiera ser líder sindical, que busque tiempo libre. Y quien quiera ser diputado o concejal, pues lo mismo. Ya puestos, podríamos poner coto legal a la acumulación de cargos y a la concatenación de mandatos (aquí creo que se me acaba la gasolina neoliberal). A lo mejor, de esa manera, volvemos a creer en la política como lo hacían los griegos, como la gestión de la polis, de los asuntos comunes. Cosas demasiado importantes para dejarlas en mano de castas profesionales que han usurpado la representatividad de ciudadanos y trabajadores.

1 comentario:

Carmen Rodríguez dijo...

Hola Fouce,

un comentario sobre tu apuesta por que el que quiera ser representante sindical que busque tiempo libre. ¿Conoces a alguien que tenga tiempo libre? Uno de los grandes trucos alienantes que, para mí, tiene el modelo de trabajo que la sociedad nos impone (largas jornadas laborales + enormes costes de desplazamiento hasta y desde el trabajo + jornada de trabajo doméstica) es que no queda tiempo ni para dedicarte a cuidar de tí mismo/misma y de los tuyos/tuyas. Y si no tienes tiempo para eso, ¿cómo carajo vas a participar en la defensa de tus derechos, en la vida de tu comunidad, en la política? De acuerdo completamente en que los sindicatos raramente defienden los intereses de los trabajadores (han contribuido a que se genere una doble casta: los trabajadores con derechos y los que no los tienen o están parados y excluidos), pero que cada uno se busque la vida no es la solución. Necesitamos jornadas laborales más cortas -hombres y mujeres, y no sólo para la conciliación familiar, sino -fundamental-para la participación política, el ejercidio y la defensa de nuestros derechos. Eso creo.

Besos