Parece obvio que construir en cualquiera de estos parajes es un crimen y que quien autoriza la urbanización de estos lugares es un criminal, un corrupto o, pero aún, un lerdo incapaz de apreciar el valor de esos enclaves. En ambos casos, por corruptos o por lerdos, los políticos están incapacitados para representar intereses ciudadanos. Pero existen cientos de políticos así, y de iniciativas políticas impulsadas por la corrupción y la estupidez y amparadas por los votos o la acción social de sus vecinos.
Todos sabíamos que Jesús Gil era un chanchullero, pero gobernó Marbella ganando varias elecciones y exportando su modelo a localidades vecinas. Si los marbellíes ahora no pueden, por ejemplo, usar bibliotecas públicas porque el presupuesto municipal no alcanza para mantenerlas ¿no son acaso culpables de su situación? Unos habrán votado a Gil durante años, habrán amparado sus políticas y sus desmanes. Puede que muchos otros no lo hayan hecho, esos sí son las víctimas de la corrupción y la estupidez. Ellos son los que deberían pedir responsabilidades a sus vecinos, más allá de lo que los jueces hagan con Roca, Marisol Yagüe o Isabel Marcos.
Porque en democracia no puede ejercerse el poder sin responsabilidad, y el voto o la acción social de todo tipo son formas de poder. Salvos estos disidentes del voto, tanto en Marbella como en muchos lugares similares a los que se refiere el reportaje, todos los demás están en el equipo de los corruptos y los lerdos.
1 comentario:
En Cantabria no faltan los ejemplos.
Un saludo.
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